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Primera Protesta Nacional  - Mayo 1983.

 

La oposición gana fuerza

La primera Protesta Nacional, ocurrida el 11 de Mayo de 1983, fue el resultado de un creciente proceso de resistencia contra el régimen, y dio origen a una serie de jornadas de protestas que duraron hasta 1986.

A comienzos de 1978, ex miembros del Congreso - organizados desde 1974 en el "Círculo de Ex Parlamentarios" - y el Proyecto de Desarrollo Nacional (Proden), una amplia coalición política, comienzan una serie de reuniones nocturnas, sostenidas con extrema precaución, con el objeto de esbozar un plan para derrotar al régimen.

En Marzo de 1983, se crea la Alianza Democrática, coalición política que fijo la salida de Pinochet como condición fundamental para lograr un acuerdo nacional. Al mismo tiempo, los sindicatos volvían a organizarse lentamente, en especial, en las minas cupríferas, base de la economía chilena.

En 1982, la estabilidad económica que el país había conocido anteriormente se fragmenta. La inflación se elevaba por sobre un 20 por ciento, el desempleo era del orden del 24 por ciento a lo largo del país y en algunas regiones alcanzaba hasta el 40 por ciento. El peso chileno por su parte, se devaluaba drásticamente. Diversos sectores de la economía chilena, desde el gran empresario hasta los habitantes de las poblaciones de Santiago, estaban siendo afectados por el colapso económico. En el año 1983, esta situación obligó a los miembros de la Junta a sostener negociaciones con 40 bancos con el fin de detener el descalabro económico en que se encontraba el país.

Los opositores al régimen decidieron que había llegado el momento de poner en evidencia el descontento generalizado y de levantar las demandas sectoriales.

La primera Protesta Nacional, convocada principalmente por la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) y apoyada por grupos de la oposición política, sorprendió al gobierno y a sus propios organizadores por su magnitud y diversidad. Para asegurarse de hacer una convocatoria lo más amplia posible, el llamado no hacía demandas específicas sino que solamente decía: "Ha llegado la hora de pararse y decir: Ya Basta".

El 11 de Mayo de 1983 comenzó como un día común y corriente, tal vez con menos tráfico en Santiago. Muchas familias no mandaron sus hijos al colegio, mientras grupos de trabajadores protestaban demorando o deteniendo definitivamente el trabajo. Hacia el mediodía, en centros universitarios y en los alrededores de la Corte Suprema, se daba lugar a protestas esporádicas.

Pero no fue sino a las 20:00 horas que la ciudad comenzó a temblar con el tocar de las cacerolas, no sólo en los sectores populares de las afueras de la ciudad, sino también en los barrios más acomodados de la clase media de Santiago. Cientos de autos, especialmente en las partes adineradas de la capital, formaban atochamientos de tráfico con un constante ruido de bocinazos. Con barricadas ardientes, caravanas de autos y marchas locales, los manifestantes retomaron la ciudad por primera vez después de casi diez años.

 

Represión primero, después diálogo.

Carabineros, en un principio desprevenido, reaccionó quebrando los parabrisas de los autos que paralizaban el tráfico en las calles del sector oriente de las comunas de Providencia y Las Condes. En estos barrios acomodados, escuadrones de las Fuerzas Especiales de Carabineros intentaron silenciar a los manifestantes arrojando gases lacrimógenos y disparando en el aire. En sectores populares de la zona sur de Santiago, violentos enfrentamientos dejaban como saldo dos muertos e incontables heridos, además de 350 detenidos.

"el comité de derechos humanos de villa la reina, denuncia que efectivos policiales proceden a practicar detenciones arbitrarias a los pobladores de las diferentes poblaciones de villa la reina, durante la noche, como represalia por su participación en las justas jornadas de protesta pacífica que se han efectuado..."

(Lea testimonios de de las violaciones de los derechos humanos)

El régimen reaccionó a la protesta con las represalias más masivas experimentadas desde el golpe. Tres días después de la primera protesta, cientos de Carabineros, militares y personal de civil se desplegaron por las poblaciones de Santiago. En La Victoria, La Castrina, Yungay y Joao Goulart, más de 5,000 casas fueron allanadas. Uniformados fuertemente armados sacaron de sus casas a todos los hombres mayores de 14 años.

Las protestas se repiten casi cada mes durante los próximos dos años. La represión es cada vez más intensa. Durante la Cuarta Protesta del 11 y 12 de agosto de 1983, 18 mil hombres armados coparon las calles de la ciudad, actuando con un plan más claro que establece una lógica de guerra. Las represión del 11 y 12 de agosto deja como saldo 29 muertos, 200 heridos y mil detenidos. Además hubo ataques masivos a poblaciones y allanamientos con tortura y apaleos.

Aunque las primeras jornadas de Protesta Nacional fueron llamadas por la CTC y otros dirigentes políticos, poco a poco, las organizaciones juveniles y vecinales de las poblaciones fueron tomando el liderazgo del movimiento. En estos sectores donde el desempleo era elevado, la experiencia acumulada durante diez años de lucha contra la dictadura se canalizaba ahora en las protestas. Mientras los partidos políticos de centro vieron en las protestas una oportunidad para ejercer presión contra el régimen, el Partido Comunista hacía un claro llamado a la rebelión popular y el uso de armas para derrotar la dictadura.

Después de la Tercera Protesta, el 12 de julio de 1983, el gobierno militar se vió obligado a hacer algunas concesiones. El 25 de septiembre del mismo año, el Arzobispo de Santiago Monseñor Francisco Fresno, sirvió como moderador del primer diálogo entre el gobierno, representado por el Ministro del Interior Sergio Onofre Jarpa, y la oposición, representada por la Alianza Democrática. Las exigencias de la Alianza incluían el fin del Estado de Emergencia, el regreso de los exiliados y el reconocimiento de los partidos políticos. Al día siguiente, el régimen levantó el Estado de Emergencia. Sin embargo, la represión contra los dirigentes de la Alianza siguió a medida que la represión estatal se endurecía para recuperar el control.

 

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