Cuatro personas declararon en la primera jornada del juicio oral y público que en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de Salta se sigue contra el empresario Marcos Jacobo Levin, su ex jefe de personal José Antonio Grueso y ex comisario Víctor Hugo Almirón por el secuestro y las torturas, cometidas entre el 20 y el 24 de enero de 1977, a 17 empleados de empresa de transporte de pasajeros La Veloz del Norte. 

Uno solo de los testigos, Víctor Cobos, trabajaba en la empresa, donde era delegado gremial y era también miembro de la comisión directiva de la UTA. También declaró su hermana, Cristina Cobos. Los otros dos testimonios fueron sobre detenciones que muestran la colaboración, en tiempos de la última dictadura cívico militar, entre los directivos de La Veloz y la Comisaría Cuarta, donde por entonces funcionaba un centro clandestino de detención y torturas. 

Por lo que se dijo en la audiencia de ayer, la Comisaría Cuarta tenía como una especie de extensión en las dependencias de la empresa de transporte, que por aquellos años pertenecía a Levin. Grueso era el jefe de personal, y Almirón, el jefe de la Cuarta. 

En la acusación, la fiscalía, representada por los fiscales Carlos Amad y Juan Manuel Sivila, aseguró que "En distintos procedimientos policiales realizados entre los días 20 de enero y el 24 de enero de 1977 en las provincias de Salta y Tucumán, efectivos de la Comisaría Cuarta de la policía de Salta a cargo del acusado Víctor Hugo Almirón procedieron a detener sin orden judicial a un grupo de aproximadamente 25 trabajadores de la empresa de transporte de pasajeros 'La Veloz del Norte". Añadió que estos operativos se justificaron con la denuncia que Levin presentó en la Cuarta el 21 de enero de 1977, por una supuesta defraudación a la empresa. Además, Grueso y Levin "aportaron previamente a las autoridades policiales la información necesaria para que las personas que iban a ser detenidas fueran halladas"

Estas personas, añadió la fiscalía, y también las querellas, eran trasladadas a la Cuarta, donde un grupo de policías, entre quienes se identificó a Víctor Bocos y a Enrique Cardozo, "bajo supervisión del comisario Víctor Hugo Almirón y del acusado Marcos Jacobo Levin, procedieron a torturar a las víctimas y las interrogaban sobre actividades sindicales, especialmente sobre Víctor Cobos". Luego de la tortura, fueron obligadas a firmar declaraciones incriminatorias cuyo contenido no se les permitió leer. Los testimonios de ayer fueron en el sentido de confirmar esta acusación. 

La frase del título la dijo Víctor Segovia, que compartió detención con los trabajadores de La Veloz. Segovia fue el segundo en declarar, llegó acompañado por un familiar, apoyándose en un bastón, sin embargo, la voz le salió firme cuando habló de su detención, en 1977. Era militante de la Juventud Peronista en Metán y había ido a la ciudad de Salta tratando de evadir la represión, pero fue detenido en el baño de la terminal de ómnibus y llevado a la Cuarta, donde fue torturado, igual que el resto de personas que estaban detenida ahí. 

"A todos nos torturaban, ponían la música, nos vendaban los ojos, nos picaneaban", describió. En la Comisaría estaban repartidos en dos calabozos, ahí supo que algunos de sus compañeros de padecimientos eran empleados de La Veloz. Para torturarlos los llevaban de a uno a una piecita en el fondo, recordó. Segovia fue liberado tras una semana de detención. Tiempo después reconoció la voz de uno de sus torturadores, el comisario Misael Sánchez, sin embargo, se quedó callado: "No decíamos nada por el miedo que teníamos", reconoció. 

El primer testimonio fue de Víctor Cobos. En enero de 1977 trabajaba para La Veloz como conductor de larga distancia, función en la que dependía directamente de Grueso y Levin. Contó que su relación laboral "no era de buen tenor" con los directivos porque era delegado de la UTA en La Veloz y miembro de la comisión directiva del gremio. Le tenían, dijo, "un odio total" por sus actividades gremiales.

Recordó que fue detenido al día siguiente de regresar de un viaje a Tucumán, que tuvo la curiosidad de que en Metán subió un pasajero que subió sin boleto le ofreció pagarlo pero que le hiciera el pasaje. Para Cobos, la empresa había intentado tenderle una trampa, sospecha que también se funda en que más adelante, ya en el ingreso a Salta, subieron Levin, Grueso y otras personas en una presunta inspección, y fueron directamente a este pasajero.

Ya sobre su secuestro, Cobos contó que fue a la mañana, cuando estaba en el garaje de la empresa. El comisario Víctor Bocos y el policía Figueroa (f) lo esposaron, le pusieron una capucha, lo subieron al Ford Falcon celeste, en el que andaba siempre Bocos (ya condenado en relación a este hecho), y lo llevaron a la Comisaría Cuarta, donde lo obligaron a permanecer todo el día de pie escuchando los gritos de otras personas torturadas, y escuchando también el ruido de una motocicleta, que los torturadores encendían para tapar los gritos. Cuando se acercaba la noche, fue llevado a la habitación del fondo que era usada para la tortura: "A las 6 de la tarde empieza mi suplicio, y así todos los días" mientras estuvo en esa dependencia, aseguró. 

Cobos dijo que recuerda a Figueroa porque lo llevó "a punta de pistola" para que firmara una declaración falsa ante el juez Jorge Alberto Trincavelli (f), confesando haber cometido fraude a la empresa. 

"Mucha gente fue torturada", dijo Cobos, a Miguel Ángel Rodríguez le quebraron la dentadura a patadas, Manuel Eugenio Modad "terminó loco" y también Juan Alonso (f) fue muy golpeado, detalló.

El caso de Víctor Cobos ya fue ventilado en otro juicio, que concluyó con la condena a 12 de prisión a Levin, Bocos y Almirón, y de 8 años para el también policía Enrique Víctor Cardozo (f). En este juicio solo Grueso está acusado en relación a los crímenes en perjuicio de Cobos. Sobre este ejecutivo, Cobos dijo que era quien planificaba los viajes de la transportista y los turnos, y añadió que el gerente de personal, Levin y la Policía armaron el cronograma de detenciones de trabajadores de la empresa. 

También habló del vínculo entre la transportista y la Policía: dijo que a mediados de 1976 empezaron a ver a Grueso recibiendo a Bocos en la empresa. Sobre este comisario, Cobos ratificó que se comportaba como un empleado de La Veloz del Norte, incluso andaba en un vehículo de la empresa y solía hacer inspecciones. También aseguró que por relatos de otros detenidos supo que Grueso "recibió a los detenidos de Tucumán riéndose".

Cobos estuvo detenido tres meses y recuperó la libertad abril de 1977. En su mayoría, los otros estuvieron detenidos un mes. Después de esa detención Cobos fue dejado cesante en la empresa y además lo vigilaban y no conseguía trabajo, así que tuvo que irse de la provincia. También recordó que después del golpe de estado recibió amenazas, y que cuando intentaron alguna acción sindical, la patronal les advirtió: "Ya van a ver donde van a terminar ustedes". 

Son 30 mil 

Cristina Cobos, hermana de Víctor e histórica militante de derechos humanos, también declaró ayer y confirmó los dichos de su hermano. Su testimonio tuvo la particularidad de que empezó y concluyó recordando a las víctimas del terrorismo estatal. Comenzó jurando decir la verdad “por 30 mil compañeros detenidos desparecidos, por memoria, verdad y justicia”, y al concluir ratificó: "en Argentina hay 30 mil compañeros desaparecidos por la complicidad de la cúpula empresarial y militares”.

“La cúpula empresarial se benefició grandemente con la política económica que implantó la dictadura militar y además participó activamente en la tortura, el secuestro de los obreros trabajadores y militantes políticos", afirmó, aunque aclaró que eso no comprendía a todo el empresariado. 

Sobre la persecución que sufrió su familia, peronista, en la dictadura, Cristina Cobos empezó recordando que el 25 de septiembre de 1976 una patota policial mató a su hermano menor, Martín Miguel Cobos. En realidad buscaban a otro hermano, Enrique Cobos, a quien esa misma madrugada en que Martín fue acribillado, Víctor Cobos y su padre le ayudaron a huir por Formosa. Cuando volvió de ese viaje y a su trabajo en La Veloz del Norte, Víctor comentó que tenía la impresión de que lo seguían, y en la familia “había una preocupación por lo que le podía pasar”.

Después de su detención Víctor Cobos se fue a Buenos Aires, con lo que “ya no tenían mucho contacto”. Sin embargo, cuando se desarrollaba el juicio por el homicidio de Martín, Cristina le comentó que entre los denunciados por ese hecho estaba el comisario Víctor Bocos, “entonces él dice: ese es el que me detuvo a mí”.

Carmen Juárez, la última en declarar, contó que para ir a su trabajo pasaba por el frente del garaje de La Veloz del Norte y siempre veía a policías de uniforme en ese lugar. Además, recordó que un día cercano a la fecha del golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976, su padre fue atacado por policías que sin motivo alguno lo golpearon desde atrás, y "lo llevaron y lo tuvieron detenido en La Veloz del Norte”, en el garaje, donde fue golpeado otra vez. Juárez destacó que a raíz de esa agresión, su padre quedó con secuelas en la columna. 

Por decisión del Tribunal, integrado para este caso por Marta Liliana Snopek, Alejandra Cataldi y Abelardo Basbus, este juicio se desarrolla de forma mixta. Como viene ocurriendo desde la pandemia, los acusados prefirieron asistir virtualmente, una forma de evitar encontrarse con militantes de organismos de derechos humanos. Sus caras, en una pantalla con varias ventanas, apenas se distinguían en la sala. Levin ya cumplió 83 años de edad, mientras que Grueso, tiene 75 años, y Almirón, 68.